Los vasallos de la monarquía hispano-indiana no se encontraban desamparados frente a las actuaciones de sus gobernantes, ni menos entregados al arbitrio de sus agentes. En materia política, los vasallos podían exigir un buen gobierno, como deber que era del monarca, a los titulares de oficios reales de gobernación e incluso podían deponer al tirano, que precisamente era el mal gobernante, lo que hicieron en más de una oportunidad, como cuando al grito de: Viva el Rey, muera el mal gobiermo, el Cabildo cle Concepción depuso en 1655 al gobernador Antonio de Acuña y Cabrera.
Barrientos Grandon, J. (1990). La apelación en materia de gobierno y su aplicación en la Real Audiencia de Chile (Siglos XVII, XVIII, XIX). Revista Chilena De Historia Del Derecho, (16), Pág. 343–382. https://doi.org/10.5354/rchd.v0i16.24077